Victoria o fracaso, la decisión está en sus manos
A Rossmary le detectaron cáncer. La noticia se la dio el médico sin rodeos, sin medir el alcance de sus palabras, con la crudeza de quien llega a casa para informarle que debe pagar impuestos y, que si no lo hace, lo más probable es que le embarguen la propiedad. Sin considerar el dolor del otro.
Sintió ganas de llorar, anhelo que la tierra se hundiera bajo sus pies, de que el tiempo se devolviera y jamás haber escuchado esas frases que le parecieron demasiado contundentes.
Rossmary salió airosa de todo el proceso que debió asumir por espacio de un año. Está sana. Reconoce hoy que, si pudo hacerlo, es porque jamás renunció a la fe y al convencimiento de que Dios tiene todo bajo control.
Jugaron tres aspectos de suma importancia: la actitud, la fe y la perseverancia. Son los que permiten que tomemos el control de las cosas, y no permitamos que las circunstancias nos arrastren.
La clave: nuestra actitud ante la adversidad
Los cristianos ponemos en evidencia la fe, confianza en Dios y disposición a perseverar, no en los buenos momentos sino cuando tenemos todo en contra.
El rey Salomón dejó claro el asunto cuando escribió: "Si fallas bajo presión,tu fuerza es escasa.” (Proverbios 24:10. NTV)
Es en esos períodos de crisis cuando las personas, a nuestro alrededor, están pendientes de cuál es nuestra actitud.
La actitud es determinante para la victoria o la derrota. Un ejemplo vivo de la poderosa influencia que tiene una actitud de fe, la ofrece el apóstol Pablo.
Recuerde que estaba preso, después de mucho tiempo de predicar la Palabra de Dios. ¡No era culpable de ningún delito, pero estaba confinado como un reo!
Sin embargo, su actitud le permitió seguir adelante con su labor: "Durante los dos años siguientes Pablo vivió en Roma pagando sus gastos él mismo. Recibía a todos los que lo visitaban, y proclamaba con valentía el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo; y nadie intentó detenerlo.” (Hechos 28:30, 31. NTV)
La actitud se forja. No en principios mundanos y egoístas, sino cuando dejamos que Dios transforme nuestra forma de pensar y de actuar.
Fue el propio apóstol Pablo quien escribió: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12: 2. NTV)
Si Dios transforma nuestros pensamientos, la actitud frente a la vida y, en particular, frente a la adversidad, será distinta.
La actitud nos hace vencedores
Una actitud de fe nos torna vencedores, por encima de cualquier situación crítica que enfrentemos.
Pablo dejó que Dios transformara su visión de la vida, a través de pensamientos nuevos. Y cuando llegaron períodos difíciles, podía escribir: "No es que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación, sea con el estómago lleno o vacío, con mucho o con poco. Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.” (Filipenses 4:11-13. NTV)
El optimismo, la fe y la esperanza jamás estuvieron al margen de la forma como el apóstol enfrentaba las dificultades. Él sabía que el Dios de poder en el que hemos creído, tiene el control de todas las cosas.
Es fácil dejarnos arrastrar por las actitudes negativas, fruto de emociones y sentimientos sin control. Lo complejo, y que podemos lograr, es cambiar nuestra perspectiva de las cosas. Y esa transformación se logra cuando Dios anida en nuestros corazones y pone en nuestra conciencia la certeza de que en todo somos más que vencedores.
Tenga presente que la actitud de fe, aflora en nuestras acciones, como también una actitud negativa que termina por enfermarnos. Al respecto el rey Salomón escribió: “El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu quebrantado consume las fuerzas.” (proverbios 17:22. NTV)
Usted puede pasar de un estado de fracaso al nivel de la victoria. Basta que comience a creer en Dios, deposite toda su confianza en Él y lo reconozca en todos sus caminos. Él transforma la adversidad y nos lleva a nuevos niveles. Y la decisión debe tomarla hoy. No dilate ese paso que marcará un antes y un después en su vida.
Si aún no ha recibido a Jesús como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga. Prendidos de Su mano, experimentamos cambio y crecimiento permanentes. Él es quien nos lleva siempre a nuevos niveles. Decídase hoy por Cristo en su corazón.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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