¿Siente que su relación amorosa e íntima con su pareja le satisface?
Hay quienes consideran que el amor sin sexo está descompensado mientras que otros sienten que el amor no necesita de sexo y un tercer segmento siente que el sexo se puede practicar sin amor. Pero, ¿cuál es la perspectiva que se debe aplicar en la relación de pareja?
El premio nobel, Daniel Kahneman, concluyó en uno de sus escritos que le han hecho famoso que la actividad que más placer genera en las personas es la sexual y la que luce desagradable cada día es ir a trabajar. Este economista como sinnúmero de especialistas en el mundo se han dado a la tarea de indagar sobre las cosas que hacen feliz al ser humano.
Un estudio realizado por el especialista David Blanchflower, del Dartmouth College y Andrew Oswald de la Universidad de Warwick en Inglaterra, en el que participaron 16.000 personas, encontró además que un aumento de la frecuencia de los encuentros sexuales tendría una felicidad equivalente a consignar 50.000 dólares en el banco.
La revista colombiana Semana indica que “Los trabajos demostraron que existía una relación positiva entre la frecuencia sexual y la felicidad, y por simple lógica se asumió que al aumentar la pasión el termómetro de la felicidad también subiría. Pero aún faltaba confirmar esta hipótesis.” (Portal de la Revista Semana. 04/07/2015)
Un reciente informe contradice las apreciaciones de múltiples estudiosos al llegar a la conclusión de que más sexo no llevó a más felicidad. Es más, aumentar la frecuencia de encuentros sexuales condujo más bien a un declive en el deseo y en el bienestar de la pareja.
El trabajo fue dirigido por el profesor de economía y psicología George Loewenstein, de Carnegie Mellon University. Participaron 64 parejas casadas, heterosexuales, de entre 35 y 65 años de edad. Todas fueron divididas en dos grupos: los que debían seguir teniendo relaciones sexuales en la frecuencia habitual y los que debían doblar el número de veces por semana de estos encuentros íntimos. Todos contestaron un sondeo sobre sus hábitos de salud, sus niveles de felicidad, el tipo de actividad sexual que tuvieron y el placer que esta les generó.
Las parejas a las que se les pidió más acción bajo las sábanas tuvieron, en efecto, más sexo, sin embargo, esto solo les representó apenas un pequeño aumento en la felicidad. Y no solo eso: reportaron menos deseo y una baja en la satisfacción sexual. Tanto hombres como mujeres manifestaron que las relaciones sexuales extra no fueron divertidas. Lo anterior indica que la relación sexo y felicidad no es tan simple como se creía. “Con solo incrementar la frecuencia sexual no se obtiene una prescripción para mejorar el nivel de felicidad”, dijo Loewenstein a SEMANA.
¿Qué nos enseñan las Escrituras? Para responder a este interrogante, el primer elemento que debemos relievar es que el sexo no es un tabú para los autores bíblicos. En segunda instancia, reconocer que las relaciones de intimidad en la pareja están permitidas salvo en casos en que vayan contra natura, específicamente el contacto anal.
El rey Salomón cuya sabiduría ha sido reconocida a través de la historia, escribió: “Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, y tus corrientes de aguas por las plazas?” (Proverbios 5:15, 16)
Como integrantes de la pareja estamos llamados a satisfacer el deseo mutuo. ¿Cuántas veces? No hay límite. ¿Cuántas veces a la semana? Tampoco hay un referente. La Biblia habla de encontrar contentamiento con el cónyuge pero también es clara en advertir que no tolera la infidelidad.
Recuerdo el caso que consultó una creyente. Era respecto a su esposo. Cada vez que él la animaba a tener intimidad ella lo instaba a orar. “Clame a Dios para que le quite esa morbosería”, le recriminaba. Meses después era ella quien pedía consejería porque su esposo andaba de “correrías” con una jovencita. Es cierto, él dio lugar al adulterio, pero su esposa no hizo mucho para evitarlo. ¡Se negaba a la relación conyugal!
Lo esencial es que los dos estén de acuerdo. Y son los dos, como pareja, quienes definen frecuencia y— sí, aunque parezca extremo decirlo— hasta el horario de su preferencia.
Cuando el sexo se produce al interior del matrimonio, honra a Dios. Cuando es por fuera de la relación termina siendo fornicación. Y si hemos incurrido en relaciones adúlteras es tiempo de arrepentirnos, pedir perdón a Dios y reemprender el camino apropiado para no dañar nuestra vida, y la relación con nuestro cónyuge ya que— además de los adultos— son los hijos quienes llevan la peor parte.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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