¿Sabe disciplinar a sus hijos?
Tensión. Millones de personas seguían a través de una cadena de noticias en televisión, las imágenes del globo que se desplazaba a varios metros sobre el estado de Colorado, en los Estados Unidos. De acuerdo con las primeras versiones recogidas en el condado de Larimer, dentro iba un niño de apenas seis años.
Los rostros de los televidentes lucían preocupados y una que otra madre, conmovida por la situación, dejó escapar una lágrima.
El aparato platinado flotó a unas 40 millas al norte de Denver, antes de que se viniera abajo en una zona desierta donde aguardaban los vehículos de rescate.
Poco antes, el portavoz de la oficina del alguacil del condado Larimer, Cathy Davis, aseguró a los periodistas que el globo estaba amarrado en el jardín trasero de la casa familiar y que dos de los hijos de la pareja estaban jugando afuera, cuando el mayor observó al más pequeño subir al globo y salir volando.
El chico, Falcon Heene, se había refugiado por temor a una reprimenda, descubrieron después. En ningún momento estuvo en el globo sino escondido en un lugar que pasó desapercibido para los padres, quienes desesperados, dieron la alarma. El menor sólo atinó a decir que se escondió porque no quería que le dieran una buena paliza por una pilatuna…
Es tiempo de educar
Las afanes de la sociedad en la que vivimos, llevan a que sinnúmero de padres de familia deleguen en la empleada o instituciones educativas, el proceso de formación de sus hijos. Si bien es cierto, juegan un papel relevante en la dinámica de edificar a los menores, el roll protagónico le corresponde a los progenitores. Es una responsabilidad indelegable.
Para que haya una sólida construcción de principios y valores, es imperativo que asumamos compromiso, perseverancia y sabiduría en lo que pensamos y hacemos, lo que indirectamente les transmitimos con el ejemplo que damos en nuestra cotidianidad y el trato que les prodigamos. En esa dirección me permito sugerir unos principios que le serán sumamente útiles:
1.- Comprenda las etapas del crecimiento de sus hijos
Como padres debemos comprender que nuestros hijos atraviesan por varias etapas que progresivamente les irán imprimiendo conciencia de lo que hacen y responsabilidad por sus actos.
La Biblia nos enseña que “La necedad es parte de las ideas juveniles, pero se quita cuando se corrige con golpes” (Proverbios 22:15, Versión Popular).
Hace pocos días mientras ministraba en una reunión al oriente de mi amada Santiago de Cali, un niño se levantó de su silla y aprovechando que todos entonábamos himnos, salió a la calle a jugar fútbol con sus amigos. La madre salió furibunda a reñir con él. Una vez terminamos, razoné con ella sobre la necesidad de comprender el grado de hiperactividad del chico, que rayaba en la fase de la adolescencia. “También usted fue niña y entenderá que a esa edad, se es un poco inquieto”, le dije.
Coincidimos que si bien es cierto la necedad está ligada al comportamiento de los menores, hay que corregirlos con firmeza pero también con amor, cuidando de no provocarles heridas emocionales con palabras agresivas, y una golpiza revestida de furia por parte de quien la propina.
2.- Corrija a sus hijos a tiempo
Una madre se lamentaba de que su hijo estuviera inmerso en las drogas y la delincuencia. Al analizar el caso, reconoció que actuó con demasiada laxitud cuando apenas era un chico. Ahora estaba pagando las consecuencias con sufrimiento y lágrimas.
Con sabiduría la Palabra de Dios enseña: “Corrige a tu hijo y te hará vivir tranquilo, y te dará muchas satisfacciones” (Proverbios 29:17, Versión Popular). También leemos: “Corrige a tu hijo mientras pueda ser corregido” (Proverbios 19:18, Versión Popular).
Es esencial que comprendamos la necesidad de corregir a tiempo a nuestros hijos. Expresarles que le amamos y que es justamente, porque procuramos para ellos una buena educación, que les corregimos. Pero también es imperativo medirnos cuando lo hacemos. Una cosa es darle unas buenas palmadas en las posaderas, y otra bien distinta, golpearles de manera inmisericorde hasta saciar nuestra rabia por el error en el que han incurrido.
3.- Sea equilibrado en la crianza
Como padres debemos tener equilibrio. Al respecto las Escrituras enseñan: “…el hijo consentido avergüenza a su madre” (Proverbios 29:15 b, Versión Popular)
Debemos cuidar de nuestros hijos, pero no caer en la sobreprotección. Amarlos, pero no ignorar o desentendernos de las fallas que cometen para evitar disciplinarlos. Si nos falta equilibrio en un aspecto de tanta importancia, estaremos formando hijos que serán un problema para nosotros y para la sociedad.
Para alcanzar la sabiduría necesaria en el proceso de formación, debemos pedirle a Dios que nos ayude y nos permita tomar decisiones apropiadas en cuanto a la disciplina que debemos impartirles.
Antes de pasar al último principio, permítame compartir con usted los resultados de una encuesta que difundió un periódico de amplia circulación en Colombia. Se buscaba determinar, entre 1.465 hombres y mujeres encuestados, cuál creían que era el mejor mecanismo para instruir a los hijos sobre los peligros de consumir drogas, y ayudarles a salir del problema.
El 66% aseguró que la familia era el principal baluarte para advertirle a los muchachos sobre las sustancias peligrosas y darles apoyo para superar el tropiezo; el 28% opinó que los amigos y un 6% señaló que los medios de comunicación.
Quería llamar la atención sobre el asunto, para enfatizar el papel esencial que jugamos usted y yo como padres en el proceso formativo de nuestros hijos.
4.- Siembre en sus hijos principios y valores
La mayor riqueza que podemos legar a nuestros hijos, radica en sembrar en ellos sólidos principios y valores. Con ellos debemos pasar buen tiempo, de un lado para instruirlos en el camino de la rectitud, y de otro, para corregirles cuando han fallado. Al respecto las Escrituras enseñan: “No dejes de corregir al joven, que unos cuantos azote no lo matarán; por el contrario, si lo corriges, lo libraras de la muerte” (Proverbios 23:13, Versión Popular)
Recuerde que desentendernos del proceso de formación de los hijos, es una demostración de que no nos preocupamos por ellos ni les amamos, aspecto al que sabíamos se refiere la Biblia cuando enseña: “Quien no corrige a su hijo, no lo quiere; el que lo ama, lo corrige” (Proverbios 13.24. Cf. 3:12, Versión Popular)
Dios nos ama, y nos corrige. Igual con nuestros hijos: si les amamos, debemos corregirlos. Recuerde siempre que el fundamento para edificar familias de éxito, es permitirle al Señor Jesucristo que ocupe el primer lugar en nuestros hogares. Con su divina ayuda, formaremos en ellos los principios y valores que necesitan para encarar exitosamente la vida, y también las dificultades que se les presentan.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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