Entregue a Dios sus problemas familiares
¿Por qué se divorcian tantas personas en el mundo? ¿Acaso hay alguna esperanza en medio del creciente número de divorcios que se registran hoy día en nuestras ciudades? ¿Existe alguna posibilidad de que nuestra relación de pareja no sucumba en las estadísticas que hablan de un 47% de separaciones en menos de diez años?
Estos tres interrogantes que sin duda le asaltan, y otros más, tienen respuesta. Y para brindarle una orientación, me permito ilustrar el asunto con el siguiente caso de la vida real:
Lucía y Roberto han tenido dificultades familiares últimamente. Lo grave del asunto es que, después de diálogos que terminan en verdaderas batallas campales, tratar de resolver sus conflictos, agrava el asunto. Han llegado a pasar días enteros sin hablarse. Incluso Lucía dijo, un día, que estaba tan cansada que deseaba separarse. “Espera, creo que hay salida aún”, le dijo su esposo pero ella estaba muy ofuscada.
El proceso de transformación en el panorama difícil comenzó cuando se dieron a la tarea de orar y entregar en manos de Dios los factores que les llevaban a discutir con frecuencia, incluso en lugares públicos. Y Dios, como lo hace siempre, respondió porque Él nos ayuda si le damos el primer lugar en nuestra vida y en nuestra familia.
Lucía y Roberto están aprendiendo a manejar sus diferencias. Han comenzado a restablecer la relación y sanar las heridas con ayuda del Señor Jesús.
Un problema que crece hoy día
Los conflictos familiares han comenzado a tomar fuerza. Y ocurre no porque es improbable que ocurran, sino justo porque unir dos mundos no es nada fácil. Una pareja al fin y al cabo la integran un hombre y una mujer que provienen de trasfondos diferentes.
Cuando usted tiene clara esta perspectiva, comprende que es apenas previsible que enfrente dificultades en la relación de pareja; que no son los únicos en el mundo en atravesar por esa situación y que, lo peor en lo que puede pensar, es en el divorcio.
Si la mayoría de las parejas entendieran el asunto, las probabilidades de separación disminuirían porque sabrían que siempre hay salida al laberinto y que, el primer paso para lograrlo, es involucrar a Dios en la relación matrimonial.
Dios desea ayudarnos a salir del laberinto
En la Biblia encontramos la promesa de que si buscamos al Señor, Él nos ayudará a salir del laberinto. No permita que lo embargue la angustia. Hay salida. Está en Dios. Búsquelo. El responderá a sus oraciones.
Hoy es el tiempo de rendir nuestra vida y nuestros conflictos al Señor. Dios es quien viene en nuestra ayuda cuando todo alrededor luce ensombrecido. No nos deja solos y nos permite salir del laberinto como enseña la Biblia: “Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.” (Salmos 23:4. NTV)
Una barrera que solemos levantar en el momento de dirigirnos al Señor, se fundamenta en la convicción de que aún no tenemos una buena relación con Dios. Sin embargo es posible entrar en amistad con Dios, y más que eso, permitirle que guíe nuestros pasos.
¿De qué manera? Pidiéndole que entre a nuestro corazón. Es fácil. Basta con una sencilla oración que puede hacer incluso frente a su computador, pidiéndole a Jesús que more en nuestro corazón. Puedo asegurarle que su vida será transformada.
Unas recomendaciones finales
Hay dos recomendaciones finales. La primera, que haga de la oración un hábito diario para que en un diálogo sincero con Dios, pueda crecer. Él está a su lado, lo comprende y quiere ayudarle. No olvide que usted es Su hijo, por la obra redentora de Cristo. La segunda, que lea la Biblia. En la Palabra encontrará mensajes que alentarán su vida hacia el cambio y le mostrarán cómo caminar en el sendero del Señor. ¡Adelante, su vida no será la misma!
Publicado en: Estudios Bíblicos
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