¿Cuándo perdimos las bendiciones de Dios?
Cuando Dios concibió el universo y dispuso colocar en el al género humano, tenía en mente que disfrutara de abundantes bendiciones. Todo cuando había creado era para su disfrute. No habría escasez sino abundancia. Es lo que había en el corazón de un padre amoroso. Siempre ha sido así.
Pero, ¿qué produjo la maldición en Adán y va y, a través de ellos, hasta nosotros hoy? El pecado.
Para descubrir qué ocurrió, es necesario que vamos a las Escrituras y escudriñemos los orígenes de todo.
En este recorrido descubriremos varios aspectos interesantes:
1.- La creación de Dios era para bendecirnos. Lo podemos leer en los siguientes pasajes:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día tercero. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. Y fue la tarde y la mañana el día quinto. Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:1, 11-13, 20-26| RV 60)
Al leer la porción de las Escrituras descubrimos que el Señor jamás puso límites y absolutamente todo era para el disfrute del género humano.
2.- Los planes de Dios contemplaban bendecir generaciones por siempre. No escasearían los alimentos. Tampoco los recursos naturales. La abundancia permanecería en el tiempo.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1: 28 | RV 60)
Si hoy no disfrutamos de las bendiciones de la tierra y las provisiones, no es que así lo haya dispuesto el Creador. Fue el género humano quien se lo buscó.
3.- El hombre recibió autoridad sobre la creación. De hecho, fue asignado como administrador de las bendiciones. Es parte de la naturaleza de Dios, procurar lo mejor para nosotros, a quienes Él ha amado desde la eternidad:
"Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.” (Génesis 1:29-31| 60)
Lamentablemente las sequías y los cambios climáticos que apreciamos hoy con devastadoras consecuencias, son el fruto de una mala administración que hacemos de la provisión divina.
4.- El hombre tiene sobre sus hombros una enorme responsabilidad. Lo creado era por siempre. Ese fue siempre el plan de Dios. La responsabilidad del género humano era disfrutar lo que proveía el Padre.
"Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.” (Génesis 2: 8, 9, 15 | RV 60)
5.- Dios estableció unos límites que no podemos desconocer. Si él traza unas pautas que debemos tener en cuenta, es para nuestro propio bien. Es lo que definió en el huerto del Edén:
"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2: 16, 17 | RV 60)
6.- Desde el comienzo satanás se ha empecinado en robarnos las bendiciones. Sabe que el ser humano, si no está firme, asido del Dios y Padre, puede caer fácilmente y ceder:
"Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.” (Génesis 3:1-7| RV 60)
El adversario nos siembra tentaciones a través de engaños que llegan a materializarse en pensamientos de maldad, creando una realidad virtual y mentirosa. Esa es la razón de las caídas morales y espirituales a en toda la historia.
7.- El pecado rompió históricamente el fluir de las bendiciones. Lo podemos leer en el pasaje del Génesis 3:8-21.
"Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” (Génesis 3:17 | RV 60)
Cuando una persona anda en ruina, fracaso, enfermedad y maldiciones, uno de los aspectos que se debe tener en cuenta es el grado de pecado que gobierna su vida. Ahí está la raíz de todo.
8.- El pecado rompió la relación con Dios y lo llevó a la escasez. Producto de su error, de la desobediencia, fue expulsado del paraíso. Las consecuencias no se hicieron esperar:
"Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.” (Génesis 3:22-24 | RV 60)
Hasta tanto nuestra relación sea distante de Dios, no podemos esperar movernos en la dimensión de las bendiciones que tanto anhelamos.
9.- Cristo restauró todo por su muerte en la cruz. Su sacrificio hizo posible el perdón de nuestros pecados, nos ofrece vida eterna y, además, restaura las bendiciones.
"Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.” (1 Corintios 15:45-50| RV 60)
Las bendiciones están a nuestro alcance. Fueron concebidas por Dios para nosotros. Cristo Jesús las hace posible gracias a su sacrificio en el calvario.
El paso esencial es que lo recibamos en el corazón como nuestro único y suficiente Salvador. Él trae transformación a nuestra vida personal, espiritual y familiar.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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