¿Cómo renovar su forma de pensar?
La mente es el principal campo de batalla entre el bien y el mal. De hecho, satanás prefiere ese escenario para sembrarnos pensamientos de culpa, frustración, minusvalía y otra concatenación de sensaciones que nos impiden avanzar.
El apóstol Pablo, quien conocía este panorama desolador propiciado por el enemigo, escribió:
"Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios sus deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, aprecien todo lo que sea verdadero, noble, recto, limpio y amable; todo lo que merezca alabanza, suponga virtud o sea digno de elogio.” (Filipenses 4: 6 | Versión La Palabra)
Se trata de un pasaje que no podemos pasar desapercibido porque nos enseña la importancia de prestar atención a lo que pensamos porque ejerce una influencia directa en lo que hacemos.
Las Escrituras también advierten:
"Vigila atentamente tu interior, pues de él brotan fuentes de vida.” (Proverbios 4: 23 | Versión La Palabra)
No se trata de algo trivial, sino de un asunto muy importante: es esencial que evaluemos el tipo de pensamientos que anidamos por la incidencia que tienen en nuestro ser.
Pensamientos que enferman
Un mal manejo de los pensamientos alimenta trastornos como la depresión. Es cierto, esta situación tiene dos orígenes: un desequilibrio químico en el cerebro, pero, también, un ataque espiritual que lleva a mirar la vida con una perspectiva negativa y fatalista. Lo grave es que esos pensamientos se tornan recurrentes y opresores.
Generan una incidencia destructiva en nuestro ser: cuerpo, alma y espíritu.
¿Por qué se contaminaron nuestros pensamientos?
Lo que abrió puertas a los pensamientos destructivos que tienen un carácter espiritual, fue la caída del hombre (Cf. Génesis 3; 6: 5) Como consecuencia, la mente fue invadida…
... la inclinación de los pensamientos es la maldad (Génesis 8: 21)
... la proclividad es a la venganza y tomar justicia por mano propia (Salo 58: 3)
... la mente es gobernada desde entonces por pensamientos de amargura (Proverbios14: 10)
... la necedad acompaña las acciones de quien piensa equivocadamente (Proverbios 22: 15)
... el peso de nuestro pecado golpea la mente (Salmos 51: 5)
Tome un tiempo y evalúese. ¿Es esta situación la que está tomando fuerza en su vida? ¿Acaso a los pensamientos que le atormentan, se suma la sensación de fracaso y una depresión que amenaza con tornarse permanente?
¿Qué está pasando con sus pensamientos?
A menos que su situación emocional sea de origen clínico, es decir, que obedezca a un desequilibrio en el cerebro, lo que enfrenta es espiritual. ¿Por qué no puede vencer? Permítanos citar cinco factores:- Nadie puede limpiar lo inmundo (Job 14: 4)
- Ninguna persona se puede justificar a sí misma (Job 15: 14)
- Por nuestros medios no podemos alcanzar la justificación (Job 25: 4)
- No hay nadie justo (Romanos 3: 10)
- Somos hijos de la ira por naturaleza (Efesios 2: 3)
El teólogo inglés, Tomas Reade (1776-1841), escribió:
“No discutas con tu creador… sino confiesa tu culpa, tanto la original como la presente. Busca la gracia de permanecer a sus pies y aceptar con corazón gozoso los ofrecimientos de gracia, de perdón y de paz que gratuitamente se les hacen a través del gran sacrificio redentor del Señor Jesucristo.”
Otro reconocido teólogo inglés, John Owen (1616-1683), escribió:
“La Escritura enseña que la voluntad del hombre y los deseos de su corazón son corruptos y depravados… el alma entera yace en un estado de muerte espiritual. Un hombre, espiritualmente ciego, está en tribulaciones espirituales y es ignorante de las cosas espirituales.”
Humanamente es imposible cambiar los esquemas de pensamiento equívocos. Solamente es posible cuando permitimos que Dios tome el control de nuestra existencia. Cuando le rendimos nuestro ser, incluyendo la mente y su funcionamiento. Quien debe morar allí es Jesucristo, no el enemigo a través de pensamientos de maldad, cualquiera sea su manifestación.
Dios nos extiende su gracia
Hay una poderosa enseñanza que consignó el profeta y que nos muestra qué hay en el corazón de Dios:
"Te quise con amor eterno, por eso he prolongado mi favor...” (Jeremías 31: 3 | Versión La Palabra)
Cuando nos rendimos a Él, nos extiende su misericordia. La clave de todo es la sujeción y la rendición. Le invitamos a considerar lo que enseña el profeta, hablando por inspiración divina:
"Los rociaré con agua pura y los purificaré de todas sus impurezas; pienso purificarlos de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y derramaré un espíritu nuevo en medio de ustedes; les arrancaré del cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Derramaré mi espíritu en medio de ustedes y haré que se porten conforme a mis normas: respetarán y cumplirán mis leyes.” (Ezequiel 36:25-27 | Versión La Palabra)
Cuando entregamos nuestra mente en las manos de Dios para que obre en nosotros, podemos tener la certeza de que:- Dios nos transforma para que podamos caminar en Su voluntad (Jeremías 32: 39, 40)
- No estamos solos. Dios nos acompaña en todo el proceso (Isaías 43: 2, 3)
- Dios borra nuestras iniquidades (Isaías 43: 25)
- Dios forja nuestro carácter (Isaías 44: 22)
- Dios nos libra de la muerte espiritual y física como consecuencia del pecado (Salmos 103: 4)
SUJETE SU MENTE A DIOS
Cuando vamos a la Palabra leemos que los pensamientos de Dios son diametralmente opuestos a los nuestros (Isaías 55:8) Y si deseamos un cambio profundo y duradero, debemos permitir que sea Él quien produzca una modificación en nuestros esquemas de pensamiento (Romanos 12:2)
¿Por qué podemos confiar que lo hará? Porque Él conoce qué pensamos (Salmos 139:1-2; Proverbios 21:2; 1 Corintios 2:11)
Hoy es el día oportuno para hacer un alto en el camino y volvernos a Dios (Isaías 55:7) y, renunciar al pecado y toda obra de maldad que le permite al enemigo espiritual tomar ventaja. ¿De qué manera? Reconociendo la gracia de Dios que nos hace vencedores. Y pensar, en adelante, como Dios concibe que pensemos, tal como lo anota el apóstol Pablo:
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12:3| RV 60)
El proceso de libertad comienza hoy. Reciba a Jesucristo como su Salvador. Ábrale las puertas de su corazón. Comience a vivir plenamente, con pensamientos renovados.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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