¿Cómo afectan a los hijos las discusiones de sus padres?
John Mario no aguantó la provocación y le propinó una cascada de golpes a su compañero de aula, hasta dejarlo inconsciente. En otro lugar, una pandilla de jóvenes se enfrentan con piedras y palos. “Esto es desconcertante. Se enfrentan por cualquier cosa”, dijo el jefe de policía a la prensa de la ciudad.
Lucía discutió con su novio y no encontró otra forma de expresar su molestia que propinándole una bofetada mientras que a pocos metros de allí, un motociclista al que un taxista le cerró el paso, dejó zanjar las diferencias sacando un arma de fuego.
¿Cuál es el denominador común de estos comportamientos violentos? usted podrá citar muchos factores, pero uno que resulta transversal a estas reacciones es provenir de hogares en donde se legitimaron la gritería y las reacciones airadas descontroladas.
--Mi padre agredía a mamá. Yo no quiero casarme. Temo que se presente una situación así conmigo —, relató una joven universitaria que mira el matrimonio como un verdadero calvario.
¿Qué modelo de hogar estamos replicando?
Cuando los componentes de la pareja discuten delante de sus hijos, están sentando las bases para que ellos —una vez crezcan —repliquen el mismo patrón de comportamiento en el manejo de los conflictos de pareja.
Esa es apenas una de las consecuencias de discutir delante de los hijos. Si lo hacemos, ellos creerán que agredirse verbal o físicamente, y no procurar puntos de coincidencia para resolver diferencias, es el único camino viable.
El rey Salomón escribió hace muchos siglos: "Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán." (Proverbios 22:6. NTV)
Si leemos el pasaje una y otra vez descubriremos la importancia de brindar un adecuado ejemplo en nuestra calidad de padres de familia. Recuerde que nosotros somos el modelo que ellos admiran y seguirán. Si acudimos a hechos violentos para resolver los conflictos, esa misma será la forma a la que acudirán ellos cuando enfrenten sus propios conflictos.
Consecuencias de discutir delante de los hijos
Cuando los progenitores discuten delante de sus hijos producen en ellos un daño emocional y sicológico enorme. Sólo la sanidad interior puede ayudarles a salir de esa prisión de amargura que enfrentan. El único que los libera de esas cadenas es el amor transformador de Jesucristo.
Los especialistas coinciden en señalar que los enfrentamientos de la pareja marcan sus vidas, desde la más temprana infancia hasta la etapa juvenil, y desencadenan comportamientos agresivos, generan resentimiento, depresión, individualismo, desarrollan un esquema conflictivo y generalmente tienen un comportamiento retraído e introvertido.
Los hijos sienten que sus padres son el modelo que deben reproducir y cuando encuentran este tipo de desenvolvimientos erráticos, entran en un proceso de inestabilidad que les afecta profundamente.
Fundamento sus hijos en la Palabra
Resulta curioso que la sicología le está dando la razón a fundamentos contenidos en la Biblia hace más de veinte siglos. En la Palabra aprendemos pautas para un comportamiento a nivel personal y familiar que nos aseguran generaciones sólidas.
Uno de los patrones de comportamiento que aprendemos es el amor, que debe prevalecer en la relación de pareja y en todo cuando hagamos (Cp. 1 Corintios 4:8)
No discutir delante de nuestros hijos es esencial. Si hemos de resolver alguna diferencia, lo aconsejable es que lo hagamos fuera de casa o a puerta cerrada.
Otro aspecto de suma importancia es educar a nuestros hijos en el temor de Dios (caminar conforme a Su voluntad), cumpliendo sus mandamientos.
Al respecto el profeta Moisés instruyó al pueblo de Israel y también a nosotros: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio.” (Deuteronomio 6:5-8. NTV)
Quien nos asegura la victoria en la relación de familia es Dios. Él debe ocupar el primer lugar. Si le damos la prelación que le corresponde, encontraremos el camino apropiado para resolver los conflictos. De paso, mejorará nuestra relación de pareja y con los hijos.
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Podemos asegurarle que no se arrepentirá. Cristo debe reinar hoy en su vida y en su familia. Él es principio para alcanzar el cambio y crecimiento que tanto anhelamos en nuestra existencia.
Publicado en: Estudios Bíblicos
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