Buscar de Dios traerá transformación a su vida
Recién había terminado su formación primaria y estaba pensando en comenzar otras asignaturas propias de su condición de príncipe, como por ejemplo estrategias de guerra, cuando Josías lo sorprendió la muerte de Amón su padre. Era valeroso, aunque los recuerdos que guardaba de su mal comportamiento le hacía pensar con frecuencia si era esa la línea de comportamiento que debía asumir.
Las cosas no marchaban bien en Judá. Manasés primero, y luego Amón, habían llevado al territorio a una decadencia espiritual sin precedentes.
La ciudad se convulsionó. En decenas de hogares en los que reinaba la desesperanza, decidieron marginarse de todo interés por lo que ocurriría en los círculos de la realiza. Al fin y al cabo quien llegase sería igual que su antecesor. Otros por el contrario temían que la vida licenciosa marcada por la adoración a Baal y Astarté, los dioses extranjeros, fuera a sufrir alguna interrupción.
En el ámbito económico el país no atravesaba por su mejor momento. Políticamante mantenía buenas relaciones con las naciones vecinas y en el plano militar no se habían alcanzado relevantes conquistas de territorios próximos.
Esas fueron circunstancias que rodeaban a Judá cuando Josías, que apenas tenía ocho años, asumió el reinado y gobernó por espacio de treinta y un años (641 a.C. – 6-10 a.C.)
¿Quién fue, qué hizo y por qué marco la historia de los israelitas? Un estudio cuidadoso de los textos que hallamos en el segundo libro de Crónicas, capítulo 34 desde el versículo uno hasta el treinta y tres así como del capítulo 35 desde el versículo veinte hasta el veinticuatro, nos enseñarán principios que identifican a un hombre y una mujer que buscan agradar a Dios.
Características sobresalientes
Si pretendemos encontrar en el rey Josías pautas aplicables a nuestro tiempo, es necesario que volvamos sobre las páginas de la Biblia para encontrar las características sobresalientes que rodearon su vida: “Josías hizo lo que agrada al Señor, pues siguió el buen ejemplo de su antepasado David; no se desvió de él en el más mínimo detalle” (2 Crónicas 34:2. Nueva Versión Internacional).
Una lectura cuidadosa del texto nos revela algunas características importantes de alguien que busca a Dios. En primera instancia “hizo lo que agrada al Señor...”. El monarca judío tenía conciencia de que sus acciones podían ser del agrado o por el contrario, ofensivas delante del Creador. Sobre esa base, medía cuidadosamente los pasos que daba en procura de desenvolverse en la dirección apropiada.
¿Cuántas veces ha tomado tiempo para meditar en lo que usted piensa o hace? Sin duda muy poco. En ocasiones parecemos tan ocupados en el cúmulo de cosas pendientes, que dejamos de lado lo más importante. Por esa la vida espiritual apunta a menguar y en ocasiones llega a sus niveles más bajos.
Un segundo principio fue seguir los ejemplos apropiados. En una sociedad en la que abundan prototipos de todo género, muchos de ellos ostentando posiciones de reconocimiento nacional e internacional, es probable que nos inclinemos por aquellos aspectos que consideramos atrayentes en los demás y no por conservar una línea de conducta similar a la de hombres y mujeres que fueron poderosos instrumentos en manos del Señor. Llama entonces la atención la frase “...pues siguió el buen ejemplo de su antepasado David”.
Vale la toma examinar si las circunstancias que nos rodean llevan a que contemplemos la posibilidad de volver atrás o tal vez de dejar de andar el camino de la mano de Jesucristo.
Un tercer aspecto de importancia para asumirlo en nuestra existencia y asegurar pasos sólidos en el proceso de crecimiento personal y espiritual, radica en el hecho de que Josías “...no se desvió de él en el más mínimo detalle”. Su comportamiento denota radicalidad. Una actitud así no es frecuente en el mundo actual y menos en el pueblo cristiano, pero es necesario asumirla. Es la misma actitud que asumieron hombres y mujeres que históricamente fueron muy útiles en las manos del Señor.
Es hora de comenzar
Cuando de arreglar los caminos delante de Dios se trata, es hora de empezar. No podemos dilatar para mañana una decisión tan importante. Está en juego el presente y el futuro en la eternidad.
Las Escrituras señalan que “En el año octavo de su reinado, siendo aún muy joven, Josías comenzó a buscar al Dios de sus antepasado David. Eb el ao duodécimos empezó a purificar a Judá y a Jerusalén, quitando los santuarios paganos, las imágenes de la diosa Aserá, y los ídolos y las imágenes de metal fundido” (2 Crónicas 34:3. Nueva Versión Internacional).
Decenas de personas dejan para “mañana” la determinación de organizar su vida.
Recuerdo a Víctor Ovidio, un joven que en alguna ocasión tuvo un encuentro personal con Jesucristo, regresó a las drogas y –influido por Satanás quien le sembró la idea de que jamás podría salir de ese estado— llegó a ser un pordiosero. Hablamos del asunto muchas veces y de las posibilidades que tenía de reemprender una existencia renovada con la ayuda del Señor. Siempre me decía: “Luego hablamos del asunto...”. La frase se repitió tantas veces que no necesitaba que la dijese una vez más. Al amanecer de un sábado le dieron muerte a puñal, en una riña por fármacos. Para él no hubo “un mañana”. Dios le ofreció la oportunidad muchas veces, pero él la despreció.
Ahora, organizar nuestra existencia obliga necesariamente a retirar todo aquello que nos inclina al pecado, bien porque constituye un paso hacia la maldad o porque nos trae recuerdos de una vida disipada, recuerdos que utiliza el enemigo para hacernos caer de nuevo.
Un encuentro con la Palabra
Diez años después de estar gobernando, a instancias suyas el Sacerdote Hilcías halló en el templo el libro de la ley, que como recordará, contenía los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
“Cuando el rey oyó las palabras de la ley, se rasgó las vestiduras en señal de duelo...” (2 Crónicas 34:19. Nueva Versión Internacional). ¿La razón? La Palabra impactó su vida, comprendió el error en que incurría producto de su ignorancia y distanciamiento del Señor. Como consecuencia de esto y en medio de una convocatoria de todo el pueblo de Judá, sus sacerdotes y realeza “...ante el Señor renovó el pacto. Se comprometió a seguir al Señor y a poner en práctica, de todo corazón y con toda el alma, sus mandamientos, preceptos y decretos, cumpliando así las palabras del pacto...” (versículo 31).
Una decisión sabia en todo ser humano estriba en hacer un alto en el camino, reflexionar respecto a su caminar ante el Dios de gloria y, en caso de identificar las fallas, como ocurrió con el rey Josías, renovar el compromiso con el Altísimo.
Se trata de un paso ineludible en el proceso de crecimiento cristiano. Quien se conforma a vivir como hasta hoy, permanecerá estancado y lo más probable es que pronto se alejará de Su Creador.
Por el contrario, quien busca a Dios, no solo le halla sino que además, llega a nuevas dimensiones en su vida espiritual y además, ve enriquecido su ser, alcanzando paz consigo mismo y con los demás...
¿Está usted dispuesto a practicarse este autoexamen y a renovar el pacto con Dios? Si es así le invitamos para que reciba a Jesucristo en su corazón y tome la mejor decisión que jamás pueda tomar una persona. ¡Ábrale las puertas de su corazón a Cristo Jesús!
Publicado en: Estudios Bíblicos
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